21 septiembre 2006

 
El científico loco sale de su húmedo y lóbrego laboratorio. Laboriosamente se acerca a su sillón preferido, con vistas a los Cárpatos. Se seca las manos llenas de aceite y un líquido oscuro y espeso indeterminado, con la bayeta que tiene a ese efecto. Se recoloca las gafas, a punto de suicidarse desde el precipio de su nariz. Emite un quejido por los achaques de su espalda y se pone a meditar sobre el artículo que había recientemente leido de Oriana Fallaci.

El pasarme tantas horas con mis ratas, mis tornillos, mis engranajes y mis galvanómetros, me evita tener que preocuparme por según qué cosas. Sin embargo, no puedo evitar sentirme confundido con Oriana Fallaci. ¿Cómo se pueden dar tan alegremente ciertas opiniones sin sonrojarse?

La edad nos hace ir volviéndonos cada vez menos transigentes, es cierto, pero criticar a toda una religión de más de mil años de antigüedad, por lo que hayan hechos unos pocos de sus miembros, ¿no es tomar el todo por la parte más corrupta? ¿No hay ningún cristiano que haya cometido faltas tan o más graves que los musulmanes que derribaron las torres? ¿No hay ningún tibetano que haya asesinado, ningún niño que haya secuestrado o torturado? ¿Son por tanto todos los cristianos, los tibetanos y los niños unos seres viles?

¡Ay! qué viejo estás.... tan viejo, tan dedicado a tus estudios, que no puedes comprender el patriotismo que esta señora tan alegremente exalta. ¡Oriana! empiezas tu artículo de forma tan visceral, atacando a todos esas personas que de alguna forma u otra se alegraron de la destrucción de las torres, y de la muerte de sus habitantes. A mí, que ya casi no consigo sentir ni un ápice de nada, la caida de las torres me resultó indiferente, al igual que me resultan indiferentes los atentados en Irak, o los muertos de los maremotos en Indonesia. Ya sólo consigo sentir calor en mi cuerpo (si el diablo me devolviese mi alma...) cuando logro comprender los entresijos de la producción de pares de kaones. Así que, que la gente se alegrase o se apenase me parece algo igualmente curioso. ¿Qué beneficio puede encontrar un palestino en que se mate a un americano? pero al contrario ¿por qué una italiana afincada en Nueva York, se apena, rabia por la muerte de un desconocido en las torres gemelas, pero no por escribe con la misma rabia por la muerte diaria de millares de personas en África? De tanta rabia y odio contenido, Oriana no debía haber podido ni escribir lo que escribió.

Y en cualquier caso... ¿a qué viene exaltar el patriotismo? La unidad ante la amenaza externa... ¿No sería más lógico trabajar para entender el problema? Incluso, no sería más útil, mirar los errores propios, solventarlos, para ayudar al prójimo. Intentar descubrir por qué se ha llegado a esta situación e intentar resolverla... Trabajar con las personas (los que lo hicieron, los que no lo hicieron, los que ayudaron, los que lucharon contra ello, ...) en vez de contra los grupos (musulmanes, islamistas, hijos de Alá).

El científico loco se levanta de su sillón. Camina de vuelta a su sótano de dónde los sonidos indican que su experimento ha acabado. Mientras, menea la cabeza jurando no entender ciertas personalidades. Pronto descubre que son más sencillos los misterios de la mecánica cuántica, que los de ciertas mentes humanas.

Comments: Publicar un comentario



<< Home

This page is powered by Blogger. Isn't yours?