22 septiembre 2006

 

Un día malo

El científico ha tenido un día terrible. Durmió solo tres horas, ya que a las cuatro de la mañana, una combinación de una tormenta centroeuropea y su ancianidad, le sacó de su agitado sueño. En el laboratorio, a eso de las diez se dio cuenta de que las ratas a las que les cambió los ojos, para estudiar su percepción, se habían escapado de las jaulas. Hacia el mediodía se acercó a la cocina y descubrió que el pan duro que tenía para comer había desaparecido ¡Malditas ratas! ¡y que no podían ver, me decían!, así que se tuvo que conformar con algo de carne seca y rancia. Por la tarde, se dio cuenta de un error en sus cálculos, al confundir un signo menos con un guión, lo cual invalida todos sus resultados posteriores. Ahora, se ha decidido a abandonar el trabajo por hoy ¡Cuando no se puede, no se puede!. Ha subido a la almena de su castillo y se dispone a lanzar un monólogo en voz alta a la tormenta, como buen loco que es.

¡Por Júpiter! que desde aquel día aciago del cataclismo, no he tenido otro día peor en los años que he malvivido aquí. ¿Y por qué me acordaré ahora del cataclismo? !Por las barbas de Neptuno¡ Es lo que me faltaba para acabar un día tan fatídico. Ya sólo me faltaría recordar a mi Yocasta... ¡Por Hécate! ¡no!, ¿no es tortura suficiente? ¿No me flagelo en demasía con trabajar dieciocho horas en mi laboratorio, sólo para olvidar?... y ahora me devuelves la memoria... ¡No! no quiero recordar.

Mejor pienso en esas malditas ratas... Sí, ratitas... recuerda y olvida... recuerda el día que se te ocurrió la idea... Y olvida el día que perdiste el alma. Ideas... las ideas que te proporciona esa fuente inagotable, que es el libro de Psicología que estás leyendo.

Sí... aunque mi capacidad de sorprenderme va disminuyendo a marchas forzadas, no pude dejar de sonreír, cuando leí lo que le habían hecho a esos sapos y a esas gallinas...

Je, je... sí... les sacaron los ojos y se los pusieron del revés... sí, je, je... todo para experimentar con la percepción de las cosas. ¿Podrían volver a recuperar el sentido de lo que estaba arriba y lo que estaba abajo? ¿Podrían aprender de las nuevas sensaciones y redirigir sus movimientos de acuerdo con ellas? ¡Pues resultó que NO!

No!! jajajaja... De alguna forma, esos sapitos no pudieron volver a coordinar sus movimientos correctamente. ¡Cuando veían una mosca volando por encima suyo, lanzaban la lengua hacia abajo! jajajaja ¡hacia abajo! arriba y abajo... jejeje

Sin embargo, ¿qué me dices de esos investigadores que se pusieron las gafas que les hacían ver el mundo cabeza abajo? ¡Un mes! ¡Un mes las llevaron puestas! Si yo fuese más joven... coj..coj.. Maldita lluvia... ¡Por Perséfone y Urano! Pues estos investigadores, consiguieron adaptarse... ¡Adaptarse! Después de los mareos y náuseas iniciales... al final consiguieron distinguir arriba y abajo... e incluso esquiar... ¡Esquiar!

¿Y tu idea? Pues ir más allá... la ciencia es ir más allá... tenemos que ir a los límites de la percepción... Así que les he cambiado los ojos a mis ratitas.. Se los he cambiado por unos de mono... jejeje... lo mas tedioso conectar cada nerviecito a cada célula... dos añitos... jeje... Malditas ratas... ¿dónde estáis? Por Belcebú...

Renqueando, va el anciano hacia las escaleras. Empapado por la lluvia, su rostro es iluminado por un relámpago cercano. Si alguien lo pudiera ver... De hecho, si esos ojos de mono que lo están observando tras una piedra, tuviesen entendimiento, quizás descubrirían que en esa mirada perdida, todavía, ahí atrás, en el límite de la consciencia, está el recuerdo que quiere a toda costa olvidar. Ese recuerdo que intenta apagar cuando lanza esa risotada.. Ratitas... que a su vez es apagada por el trueno.

21 septiembre 2006

 
El científico loco sale de su húmedo y lóbrego laboratorio. Laboriosamente se acerca a su sillón preferido, con vistas a los Cárpatos. Se seca las manos llenas de aceite y un líquido oscuro y espeso indeterminado, con la bayeta que tiene a ese efecto. Se recoloca las gafas, a punto de suicidarse desde el precipio de su nariz. Emite un quejido por los achaques de su espalda y se pone a meditar sobre el artículo que había recientemente leido de Oriana Fallaci.

El pasarme tantas horas con mis ratas, mis tornillos, mis engranajes y mis galvanómetros, me evita tener que preocuparme por según qué cosas. Sin embargo, no puedo evitar sentirme confundido con Oriana Fallaci. ¿Cómo se pueden dar tan alegremente ciertas opiniones sin sonrojarse?

La edad nos hace ir volviéndonos cada vez menos transigentes, es cierto, pero criticar a toda una religión de más de mil años de antigüedad, por lo que hayan hechos unos pocos de sus miembros, ¿no es tomar el todo por la parte más corrupta? ¿No hay ningún cristiano que haya cometido faltas tan o más graves que los musulmanes que derribaron las torres? ¿No hay ningún tibetano que haya asesinado, ningún niño que haya secuestrado o torturado? ¿Son por tanto todos los cristianos, los tibetanos y los niños unos seres viles?

¡Ay! qué viejo estás.... tan viejo, tan dedicado a tus estudios, que no puedes comprender el patriotismo que esta señora tan alegremente exalta. ¡Oriana! empiezas tu artículo de forma tan visceral, atacando a todos esas personas que de alguna forma u otra se alegraron de la destrucción de las torres, y de la muerte de sus habitantes. A mí, que ya casi no consigo sentir ni un ápice de nada, la caida de las torres me resultó indiferente, al igual que me resultan indiferentes los atentados en Irak, o los muertos de los maremotos en Indonesia. Ya sólo consigo sentir calor en mi cuerpo (si el diablo me devolviese mi alma...) cuando logro comprender los entresijos de la producción de pares de kaones. Así que, que la gente se alegrase o se apenase me parece algo igualmente curioso. ¿Qué beneficio puede encontrar un palestino en que se mate a un americano? pero al contrario ¿por qué una italiana afincada en Nueva York, se apena, rabia por la muerte de un desconocido en las torres gemelas, pero no por escribe con la misma rabia por la muerte diaria de millares de personas en África? De tanta rabia y odio contenido, Oriana no debía haber podido ni escribir lo que escribió.

Y en cualquier caso... ¿a qué viene exaltar el patriotismo? La unidad ante la amenaza externa... ¿No sería más lógico trabajar para entender el problema? Incluso, no sería más útil, mirar los errores propios, solventarlos, para ayudar al prójimo. Intentar descubrir por qué se ha llegado a esta situación e intentar resolverla... Trabajar con las personas (los que lo hicieron, los que no lo hicieron, los que ayudaron, los que lucharon contra ello, ...) en vez de contra los grupos (musulmanes, islamistas, hijos de Alá).

El científico loco se levanta de su sillón. Camina de vuelta a su sótano de dónde los sonidos indican que su experimento ha acabado. Mientras, menea la cabeza jurando no entender ciertas personalidades. Pronto descubre que son más sencillos los misterios de la mecánica cuántica, que los de ciertas mentes humanas.

 

No me creo que esté haciendo esto

Yo sólo quería ponerle un comentario a mi Clarita y volverme a mi oscuro y lóbrego laboratorio, y mirad como me veo. Por supuesto, hacía tiempo que jugueteaba con la idea de mantener una bitácora con mis nuevos experimentos, pero como tantas ideas (sí, locas) que se me pasan por la cabeza, nunca creí poder llevarla a cabo.

En definitiva, bienvenidos y a ver cuánto nos dura.

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